Un (o mejor varios) necesario tributo a Amy

Todos nos lo esperábamos, en algún punto tenía que pasar, pero en verdad es tremenda lástima. Y es que, ¿qué tenía Amy que nos parecía tan fascinante? No era simplemente el exceso de delineador y el copete que, según contaba, crecía proporcionalmente con sus inseguridades; era mucho más que esa increíble voz con un poquito de Fitzgerald, un poquito de Holliday, demasiado poder y muchos abusos.

Lo que nos fascinaba y nos hará recordarla por mucho tiempo era, en verdad, ese impresionante talento capaz de ser apreciado por todo aquel que lo escuchara.




Me refiero a algo que hacía que tu abuela, tu primita, tu hermano, tu papá y todo el que tuviera órganos o aparatos auditivos quedara igual de hipnotizado. Porque la voz de Amy, en combinación con todo aquello que componía sus canciones, era algo en lo que de alguna u otra forma no podías dejar de pensar.



Aquí no estamos hablando de una Christina Aguilera, a quien no se le puede negar que canta increíble pero cuyas canciones, seamos sinceros, no tienen nada de ciencia. Amy en dado caso era la antítesis de la princesa pop. Morena, británica, grosera, no muy atractiva a simple vista, con una voz más enorme que su endeble cuerpo, una ridícula cantidad de delineador, cabello sucio, tatuajes que parecían más de ex presidiario que de rock star y canciones francas y directas. Alguien que no tenía miedo a hablar de sus inseguridades, sus adicciones y sus defectos. Amy era todo lo que la música popular por definición no debería ser, y aún así, consiguió vender más discos que Jessica Simpson y muchas otras princesitas pop, en una época en la que ya nadie compra discos.



Honestamente, nos encantaba usar todo eso para destruirla, al mismo tiempo que sentíamos algo de lástima, quizás hasta impotencia y definitivamente una morbosa atracción. Porque nos encantan los mitos y los escándalos, mucho más si vienen encerrados en un pequeño y frágil cuerpo azotado por años de excesos, con un talento que se desbordaba hasta por los mismos huecos donde entraban las drogas.

Lo que tanto nos fascina de ella no es la autodestrucción, los arrestos y las borracheras en público, es que aún en vida ya esta niña estaba en el camino para convertirse en una verdadera leyenda, un camino que finaliza con una trágica muerte a muy corta edad, dejándonos a todos esperando por un tercer álbum que nunca llegó, la continuación de uno que, aunque salió hace seis años, nunca perdió relevancia y es que Amy nunca dejó de ser fascinante, ya sea por lo bueno o por lo malo, en la mayoría de los casos – aceptémoslo – fue por lo último.



Amy Winehouse  - Valerie (Live at BBC Sessions)

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Introducción


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Llevo toda la vida luchando contra el estereotipo de persona nula que mis papás me impusieron al llamarme María Virginia Parra. Escribo para la revista Tendencia y smartmusic.com.ve, tomo fotos de vez en cuando y puedo asegurar que cada detalle de mi vida está documentado en algún lado, de alguna u otra manera.
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