Malditos Miércoles: Coldplay y Mylo Xyloto


Después de desactivarlos un rato y decidir que no serán semanales sino de vez en cuando, han vuelto los malditos miércoles, esta vez con una de esas bandas que o amas u odias: Coldplay.

Para mí, Coldplay es algo así como una banda de autoayuda. Al igual que los libros, están ahí para hacerte sentir mejor, con la diferencia de que ellos no te encasquetarán alguna metáfora estúpida en el proceso. 

Mylo Xyloto no es una obra maestra, prefiero X&Y o Parachutes en verdad, pero sigue siendo un disco hermoso, como dije, hecho para hacerte sentir bien y lleno de ese tipo de canciones épicas que por alguna razón te paran los pelitos de los brazos cada vez que las escuchas y te hacen imaginar un video bien cliché en el tope del Kilimanjaro con Chris Martin - o contigo mismo, si eres un poco más narcisista... Como yo - con los brazos bien abiertos mientras la cámara hace un paneo filmando la inmensidad que te rodea. 

No me he decidido por una canción favorita, verás, "Paradise" tiene esos coros épicos de los que hablé en el párrafo anterior, aunque en su caso no me veo en la cima del Kilimanjaro sino más bien en el tope de un rascacielos en Nueva York con un coro de gente cantando detrás de mí mientras hago los movimientos a lo Kanye, esos en los que estás quieto de la cintura para abajo pero mueves los brazos como si le fueras a dar puños al piso - dios mío yo debería dirigir videos musicales o algo así ¿no? ok, no. 

"Every Teardrop is a Waterfall" es tremendo single y yo amo los singles. A esta no le tengo que inventar video porque ya lo tiene y por favor no me digan que no es el clásico "maldito emociónate con esto porque para eso lo hicimos" de Coldplay. Son como Thirty Seconds To Mars, su única razón de existir es hacerte  pensar que el mundo y la vida son en verdad mucho más maravillosos de lo que crees porque mira, ahí están sus videos y esas situaciones que te dan escalofríos de lo maravillosas - e inventadas - que son. "Up in Flames" es para tirarte en tu cama mirando al vacío con unas cuantas lagrimitas rodándote por la cara ¿y sabes qué? a veces eso hace también hace falta. "Us Against the World" es una oda al viejo Coldplay, del que yo y unos cuantos más nos enamoramos en los tiempos de "Yellow", e incluso la canción con Rihanna, "Princess of China", a pesar de ser the ultimate pop song, puede ser disfrutada, aunque quizás mi opinión aquí no cuente considerando que amo a Rihanna haga lo que haga.

En total Mylo Xyloto es un excelente disco para ser optimista, lleno de subidas y bajadas, que aunque no tenga tantas baladas melancólicas como escuchamos de ellos en un principio, sigue siendo completamente disfrutable y sigue siendo Coldplay, porque algo que esta gente sí ha sabido hacer es crecer respetando quienes son.

¿Qué tanto por una corona?



Nota: Esto no es un trabajo de investigación periodística ni mucho menos, es un simple y muy subjetivo relato de mi aún más breve experiencia en un ensayo previo al "magno evento de la belleza venezolana".

La cosa comienza así. Llego a El Palacio de Eventos una tarde bien soleada, sabiendo que supuestamente todo Maracaibo anda emocionadísimo porque por primera vez el Miss Venezuela será presentado aquí, cuando a mí no me podría dar más igual. Entrando al Palacio me encuentro con unos cien salserines agarrando sol, sentados frente a las puertas principales, quienes muy convenientemente decidieron aprovechar la situación para llamar la atención al hecho de que no les han pagado desde hace tanto que ni ellos mismos se acuerdan. Camino entre ellos y me adentro en el sitio, algo confundida y sin mucha seguridad de a dónde tengo que ir porque la verdad es que nunca he estado ahí. 

Por fin, subo un ascensor y llego a donde se supone que es la cosa. En la antesala se ven unas cuantas personas pegadas a los vidrios de las puertas intentando ver a Maite, a Chiqui, a Boris o simplemente cualquiera que se asome por aquellos lados, hasta los bailarines de Venevisión cuentan para sacar los teléfonos y las cámaras frenéticamente. Un par de gorilas de seguridad nos ponen a esperar, tienen que chequear nuestras credenciales y asegurarse de que estamos autorizados a pasar. Entramos. 

Lo primero que veo son las luces de la pasarela y el escenario. Todo, y hablo de absolutamente todo, es metalizado, brillante y con espejos, honestamente, la mitad del escenario parece decorada con papel aluminio. Los periodistas corren por todo el salón con sus camarógrafos persiguiéndolos, hay cada mujer -y hombres también- más maquillada y producida que otra dando vueltas, gente que según oigo es famosa me pasa por los lados pero estoy segura de nunca haberlos visto en mi vida. Mi único propósito es entrevistar a quien tengo que entrevistar, e irme. Por supuesto eso no va a ser tan fácil y una vez más, me toca esperar. 

Sentada mirando el espectáculo escucho la conversación de un periodista de farándula de un periódico local con alguna mujer que, según intuyo, es simplemente farandulera y ya. Comentan que las misses llegaron la noche anterior, se instalaron en sus habitaciones en el Hotel y a las cuatro de la mañana ya estaban despiertas; desde esa hora deben ir al gimnasio y entrenar para más tarde verse con los estilistas y comenzar con las preparaciones. Todo el proceso de arreglo, que incluye únicamente peinado y maquillaje, dura en total unas dos o tres horas o así comentan ellos. ¡¿Tú te imaginas lo que son tres horas con gente peinándote y embadurnándote de maquillaje desde las cuatro de la mañana?!. Ya para este momento yo estaba escandalizada.

Mientras tanto Kiara, Karina o como se llame, y sus bailarines están en el escenario ensayando lo que posiblemente será el peor cover de Lady Gaga en la historia, luego vienen las misses y comienza, para mí, el verdadero terror. Conste que estas niñas están despiertas desde las cuatro de la mañana, con estilistas persiguiéndolas a toda hora para asegurarse que se vean absolutamente perfectas mientras caminan en sus tacones de diez centímetros de alto y cargan esas cintas con el nombre de su estado en todo momento. Y ahí están, de punta en blanco en esa tarima practicando su coreografía. Frente a ellas se sienta un hombre que me asombra más por el estridente estampado de su camisa y el sweater perfectamente anudado a su cuello que por la gordura que le rebosa de la silla. 

Ahí está él, otro supuesto famoso del cual yo no tengo idea, muy tranquilo, sentado con micrófono en una mano y bastón en la otra, ordenando que paren la música a cada rato para gritar algo tipo: "¡Miss Carabobo! ¡¿Dónde está la sonrisa Miss Carabobo?!" aunque ella, como todas, parece petrificada de por vida con la misma expresión facial de una Barbie, o "¡¿Nueva Esparta qué haces ahí si tu vas a la derecha?!" "¡¿Para dónde vas tú Yaracuy?!". No me está gritando a mí y ya me tiene harta, todavía me sorprende cómo no le han clavado un tacón en la cara. Pero no, esas mujeres no muestran emoción alguna, solo sonríen. De verdad parecen hechas de plástico y no estoy hablando de sus implantes.

Tras hora y media de taconeo y baile, bajan del escenario a descansar unos minutos para ser recibidas por la horda de periodistas frenéticos haciendo toda clase de preguntas, tan ridículas y tan genéricas que estoy segura que en algún lado deben vender el guión que las contiene -"Guía práctica para periodistas de farándula. Capítulo IV: Entrevistas para concursos de belleza"- a las cuales todas responden con un tono de voz perfectamente modulado, sin perder sus sonrisas y su compostura en ningún segundo, algo así como unas Stepford Wives pero en skinny jeans, franelillas negras y diez años menos. Yo solo me pregunto, ¿se supone que estas niñas transformadas en muñecas autómatas representan a la mujer venezolana?.

Detesto los concursos de belleza y siempre lo he hecho, detesto la manera superficial, degradante y básica en la que representan a las mujeres, como si la belleza se midiera por tallas o litros de laca utilizados en la cabeza. Pero esta vez no pude evitar ver las cosas desde el lugar de las participantes y sentir curiosidad. Me pregunto, ¿qué lleva a una mujer a querer esto? y una vez que este se convierte en su sueño, ¿de verdad les parece suficiente la recompensa que quizás obtengan después de tanto trabajo y tanta molestia?.

Yo solo estuve unas pocas horas ahí, solo me asomé a un pedacito de la realidad que ellas deben haber estado viviendo desde hacía meses, pero aún así sentí algo de lástima al pensar en todo aquello por lo que tienen que pasar para tener la oportunidad de pararse en ese escenario, a ser juzgadas hasta en los más mínimos detalles y de la manera más subjetiva posible por un grupo de jueces rancios y estirados, para luego, de ser lo suficientemente afortunadas -porque ganar aquello no puede ser mucho más que suerte considerando que a todas las han programado para lucir y actuar exactamente iguales- obtener una corona, mientras las participantes restantes son desechadas y olvidadas de inmediato, ya que ninguna de ellas es la más bella.

¿Y en mi país aplauden y veneran esto?.






You can never have enough Chuck



A veces siento que soy demasiado monotemática y hablo más de lo que debería acerca de Chuck Palahniuk. Todo el que me conozca sabe que es mi escritor favorito, y aún el que no sepa nada de mí puede inferirlo nada más viendo el tatuaje que le dediqué. Si me pongo a explicar por qué lo admiro tanto no termino nunca y este post no se trata de eso, se trata de la combinación entre una de mis revistas preferidas y el autor de mis libros favoritos.

En su aniversario número veinte, Dazed & Confused ha realizado una serie de entrevistas a diferentes personalidades especialistas en diversos campos. Se trata de veinte preguntas a personas tan variadas como Alejandro Jodorowsky, Aziz Ansari, Carine Roitfeld y Miranda July, un trabajo verdaderamente impecable en el que cada uno de ellos habla acerca de los cambios en sus carreras, su visión de los últimos veinte años en la historia moderna y lo que piensan que depara el futuro, tanto en lo personal como en la cultura y la sociedad en general.

Uno de esos entrevistados es Chuck Palahniuk, y como lo quiero tanto y su entrevista me pareció tan brutal decidí colocar aquí algunas de mis preguntas y respuestas favoritas. Probablemente más adelante haga un post similar con algunos de los demás entrevistados, pero si no, dando click aquí pueden leer todas y cada una de ellas.

En ella, Chuck habla principalmente sobre su última novela, Damned, la historia de una niña de trece años que muere, va al infierno y cuenta sus experiencias. Ella fue escrita mientras la mamá de Chuck moría de cáncer, lo cual se transformó en algo así como su propio infierno personal y eventualmente lo llevó a escribir para liberarse de la presión de su realidad. Esto en especial es algo con lo que me identifico, ya que si afortunadamente no he tenido que pasar jamás por algo tan traumático como la muerte de un ser tan querido, sí resulta que cuando uno está en un mal momento las ganas de escribir surgen de la nada, pero imagino que eso nos pasa a todos.

D&C: ¿No eres religioso, o sí? ¿Crees en el infierno?
CP: Nací en 1962 y parece que durante toda mi vida el mundo ha demandado paz pero mantenido conflictos. Esta hipocresía ha hecho al último siglo posiblemente el más absurdo en la historia de la humanidad. La realidad humana ha superado nuestro miedo al infierno.
D&C: El  infierno de Madison te ofrece una manera de demostrar tu gusto por las ideas físicamente nauseabundas. Lo vemos una y otra vez en tu trabajo. ¿Qué es lo que te atrae tanto de este tipo de escritura grotesca?
CP: Mi meta siempre ha sido atrapar al lector de manera mental, emocional y física. La mayoría de los libros logran las dos primeras, pero también quiero que el cuerpo del lector produzca una respuesta, y la manera más efectiva de hacerlo es con enfermedades, violencia, sexo o drogas. No todos mis libros incluyen estos elementos "grotescos", pero sí incluyen al menos uno de esos cuatro.
D&C: ¿Crees que serías incapaz de escribir si vivieras una vida completamente perfecta?
CP:  ¿Cómo sería una felicidad tan perfecta que nada podría arruinarla? Eso sería el cielo, supongo (...) Damned está situado en el infierno, y para una niña de trece años eso incluye proyecciones infinitas de The English Patient. Apuesto que imaginar el cielo será un mayor reto. Para mí, el cielo es un sitio donde mis seres queridos habitan, son las personas quienes componen mi felicidad.  
D&C: ¿A qué le atribuyes tu enorme éxito como novelista? ¿Han tus logros opacado tus ambiciones originales?
CP: Me encantaría que eso fuera cierto, pero mi éxito no es en nada cercano a lo que debes imaginar. Por años soñé en conseguir el reconocimiento que David Foster Wallace recibió; estaba seguro que eso traería a cualquiera un sentimiento de felicidad y seguridad. Cuando Wallace se suicidó, me sacudió porque mis suposiciones habían estado tan equivocadas. Desde entonces mi único enfoque ha sido escribir. Es la única actividad que constantemente me trae alegría. Vendiera o no un solo libro, seguiría escribiendo. Incluso si no tuviera hogar y estuviese enfermo, seguiría escribiendo. Todo lo demás es consecuente.
Para leer la entrevista completa puedes hacer click acá. Y si no conoces aún el trabajo de Palahniuk puedes entrar aquí, y aquí.

Introducción


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Llevo toda la vida luchando contra el estereotipo de persona nula que mis papás me impusieron al llamarme María Virginia Parra. Escribo para la revista Tendencia y smartmusic.com.ve, tomo fotos de vez en cuando y puedo asegurar que cada detalle de mi vida está documentado en algún lado, de alguna u otra manera.
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